Pido Gancho: género y nuevas masculinidades en la clase de educación física

Comentarios acerca del texto

Autoras: Juliana Garriga y Paula Surin
Ilustraciones: Eugenia Meli

Publicado por Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires, Colección ESI, Dirección de Educación Sexual Integral, 2023

Ejemplar de distribución gratuita

Marco legal del texto (p.8)

Programa Nacional de Educación Sexual Integral Ley 26.150

Los destinatarios (p.7)

…destinado a profesores/as de educación física…

El objetivo (pp. 7 y 8)

…tiene como fin promover procesos de reflexión sobre el género y las masculinidades en sus clases…

…propone visibilizar la influencia de los estereotipos de género en los varones…

El título elegido (p.6)

Pido gancho es la frase que usamos para tomar un respiro en el juego y pensar cómo seguir. Se trata de una pausa para pensar la próxima estrategia, para resoplar fuerte y seguir jugando.

Comentario: Si bien es correcto el sentido popular lúdico de la frase, no debe desestimarse una cierta carga de picardía o ardid implícito en su utilización, como medio dilatorio de la contienda o el juego. Ha de prestarse atención, además, a las acepciones negativas, séptima y octava, de la palabra “gancho” según la RAE.

A mayor abundamiento: “En cuanto a su uso, es un acto de habla directivo cuyo propósito es influir en el comportamiento del interlocutor, pidiéndole que detenga o modifique la actividad en curso. Esto lo diferencia de otras actitudes en el juego. Por ejemplo del aguafiestas, quien, al estar en la cancha, no asume las reglas del juego como propias. El «pido gancho» no se plantea como un rechazo al juego, sino como una pausa necesaria para rearmarse y volver al compromiso con el juego. Esta particularidad habilita la picardía y la viveza. Por ello, es recomendable acordar previamente su validez entre los jugadores…” (Blog filosofíadeldeporte.com)

Orientación ideológica y pedagógica (p. 13)

“La educación física es, por excelencia, la asignatura que conecta a los/las jovenes con su cuerpo…¿Pero qué tiene que ver con el género? El género es una construcción social y cultural sobre lo femenino y lo masculino, condicionada por los momentos históricos, geográficos, económicos etc. en la que se inscribe. Esta construcción es producto de los procesos de socialización en los que los/las sujetos/as estamos expuestos a lo largo de nuestra vida y en los que las instituciones educativas tienen un gran protagonismo. De esta manera, tanto en el ámbito familiar como en el educativo se le asignan a las mujeres estereotipos de género relacionados con la pasividad, la sensibilidad y la reproducción, mientras que a los hombres se los asocia con la fuerza, la valentía y la independencia”.

Sexo y género. Crítica al modelo biológico binario (p.19)

“La binariedad que propone la clasificación del sexo biológico para las personas, mujer y varón, hoy en día se ve modificada por nuevas maneras de autopercepción y de relación afectiva con los demás…”

Comentario: asume plenamente la validez del discurso LTGBTQ+, vinculándolo con la ley 26.743 (derecho a la identidad de género).

Crudeza explícita de las ilustraciones de las pp. 20 y 21

Se trata de cuatro escenas, dos de ellas de ostensible mal gusto e impudicia.

Comentario:
En dos de ellas (p. 20) aparecen sendas parejas jóvenes de homosexuales y lesbianas, abrazados, vestidos con ropa deportiva. Vale decir que se postula un discurso iconográfico donde el deporte aparece como espacio idóneo para la manifestación del vinculo homosexual. Aquí debería detectarse una señal de alerta para los padres, toda vez que el ámbito de los clubes deportivos (y en particular el vestuario) podría prestarse, ahora con naturalidad, a favorecer este tipo de intimidades. ¿Es un lugar “seguro” el club para nuestros niños y niñas? Dejamos abierta la pregunta.

Otro dibujo de la p. 20 muestra a una mujer y un varón. Jóvenes, compartiendo el local de un vestuario de club, desnudos y recién salidos de las duchas. Es chocante la crudeza explícita de la exhibición de los genitales de ambos, a modo de ilustración del sexo biológico que los diferencia.

Pero, el dibujo de la página 21, también de una crudeza chocante, bajo el subtítulo de Identidad de género, muestra a tres jóvenes desnudos sentados en un banco de vestuario, planteando tres situaciones subjetivas: la figura de la izquierda sería una persona transexual desde el momento en que, pese a su apariencia femenina y llevar cubiertos los senos, posee genitales masculinos; la figura del medio de apariencia masculina, podría ser una persona andrógina (o quizá bisexual) en tanto se señalan en la entrepierna ambas variantes de genitales, un pene y una vagina; la figura de la derecha es una mujer que exhibe genitales femeninos pero que tiene en su pensamiento una imagen fálica.

El texto refuerza la ambigüedad de las figuras: Las personas no siempre reflejamos una concordancia con nuestro sexo biológico…

Juicio negativo a priori de la masculinidad (p.36)

Se plantea una dicotomía entre la masculinidad hegemónica y la masculinidad subordinada.

A la masculinidad hegemónica se le adjudican características tales como “la valentía, el honor, la fortaleza, la razón, el liderazgo, el control del dolor físico, el ocultamdineto de sentimientos, la competencia y el enfrentamiento…” Dado que estas características juegan roles de poder, no se las considera solamente como particularidades psicológicas e individuales, sino como parte de un entramado socio cultural.

Comentario: queda evidente el descrédito de las virtudes históricamente viriles tales como el honor, la fortaleza, la razón o el liderazgo, que se exhiben como negativas por corresponderse con el modelo de masculinidad hegemónica. No se comprende el por qué estas notas aceptadas culturalmente como signos de hombría, deban suponer actitudes hostiles per se hacia las mujeres o hacia los homosexuales.

Obsérvese la falacia del argumento expuesto que dice que “las identidades masculinas hegemónicas se constituyen en oposición a la homosexualidad y a lo que culturalmente se considera femenino…”. Esta afirmación es falsa porque la posesión de estas virtudes no implica de suyo que quien las posea se ejercite en el desprecio o la discriminación de las mujeres o los homosexuales; y más falsa aún, desde el momento en que, tratándose de notas virtuosas, ¡también pueden hallarse en mujeres y en homosexuales! ¿Acaso no las poseyeron Isabel la Católica, o Victoria Regina o Encarnación Ezcurra o Victoria Ocampo o Isabel Armstrong de Elortondo, por citar pocos ejemplos? ¿Acaso no las poseyó Alejandro Magno o cualquiera de los líderes bisexuales del mundo clásico?

En suma, la crítica negativa de la así llamada masculinidad hegemónica y sus notas características (que, en rigor, son virtudes) contiene implícita la desaprobación de la masculinidad en si misma. De ahí al odio al macho, en los términos feministas del Manifiesto SCUM etc., hay sólo un paso.

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